jueves, 3 de julio de 2014

La navegación y la guerra naval a través de los siglos I: La antigüedad

Los inicios: Egipto

El ser humano se ha sentido atraído por el mar desde sus primeros pasos. Por su afán de explorar lo desconocido y ver más allá aunque también por necesidad: La necesidad de pescar para alimentarse, comerciar para adquirir nuevos artículos y prosperar, por motivos estratégicos como defenderse de ataques enemigos o atacar a otros grupos… etc. El barco como unidad de transporte y militar, desde las primeras naves costeras y fluviales hasta los modernos colosos de metal que surcan los océanos a diario, ha variado mucho con el paso de los siglos dependiendo de la tecnología existente y las necesidades de cada momento.

Un claro ejemplo de esto es el antiguo Egipto, donde se construían sólidas embarcaciones alargadas y estrechas de quilla curva, con el objetivo de surcar el Nilo. (Para aquellos no familiarizados con el mundo naval, en términos generales la quilla sería la “columna vertebral” del barco, y las cuadernas, las “costillas”). Conseguir una correcta estanqueidad en los extremos del casco era complicado, por lo que se curvó hacia arriba con tablones de acacia superpuestos y firmemente sujetos mediante una gruesa soga que lo atravesaba longitudinalmente. Se cree que los remos fueron inventados en el país de los faraones hacia el año 2500 a.C.

Se usaba más la vía fluvial que la terrestre, ya que era considerada relativamente más segura y rápida (recordemos que el Nilo atraviesa Egipto a modo de eje sur-norte, desembocando en el mar Mediterráneo, o Gran Verde como era llamado por los Egipcios, floreciendo en sus costas el antiquísimo país de Kemet).  Ya en tiempos proto-históricos hay evidencias de la construcción de barcos para desplazarse más rápidamente por el río dentro de las fronteras, y en la Paleta de Narmer fechada en el tercer milenio antes de Cristo, destaca un bajel con la proa y la popa prácticamente verticales. Sólo gracias al Nilo y a sus canales adyacentes fue posible la existencia de esta gran civilización y acorde con esto se desarrolló una tecnología 
naval característica empleada en el transporte y la pesca, el comercio y la guerra, pero rara vez abandonando la seguridad del Nilo hacia el “Gran Verde”; Aun así también hay evidencias de barcos de transporte marítimo, y navíos de mayor calado que podían llegar a las costas fenicias, Chipre, Creta y el Egeo o el mar rojo.  
Desde el Imperio antiguo se usaron las barcas fluviales que vieron muy pocas variaciones con el paso de los siglos (incluso hoy en día se siguen usando embarcaciones de madera similares en algunos tramos del río, salvando las distancias). Gracias a representaciones artísticas, textos, maquetas, e incluso el hallazgo de naves funerarias en los complejos piramidales, conocemos de manera aproximada el arte naval egipcio.

Barco de Sahure, 5º dinastía durante el Imperio Antiguo

   

No sólo eran usados con fines bélicos o comerciales, también religiosos. En Tebas, en el templo de Karnak durante la festividad de Opet en la que se reforzaban los lazos del faraón con la triada tebana, la barca del dios Amón salía en procesión hasta el templo de Luxor (unos 3 km) atravesando la avenida de las esfinges y llevada a hombros por los sacerdotes.
Asimismo, también estaban presentes en ritos funerarios. Por ejemplo en los fosos al pie de la Gran Pirámide de Giza en 1954, se encontró la denominada “Barca funeraria de Keops”, un navío de gran tamaño que se asoció a este faraón de la cuarta dinastía y que podemos apreciar en la imagen siguiente. A continuación el mapa de Egipto durante la época faraónica, de manera aproximada, ya que varió a lo largo de los siglos con los continuos conflictos fronterizos que tuvo el "país de la tierra negra" con sus vecinos, principalmente libios y nubios, aunque también debido a episodios de guerras civiles. Se aprecia la vida floreciendo en las orillas del Nilo en contraposición al desierto circundante, y la exuberancia del delta (Bajo Egipto) distinguiéndose claramente del Alto Egipto, mucho más árido.



Barca de Keops
El concepto de combate naval se desarrolló en el s. XIV a.C. y Egipto asimiló dichos conocimientos durante el reinado del faraón Tutmosis III, el faraón guerrero por excelencia. Uno de los episodios militares más característicos del uso por parte de los egipcios de este tipo de embarcaciones, fue la batalla del delta contra los Pueblos del Mar. No se sabe a ciencia cierta la identidad de esta coalición de “pueblos extranjeros” que llegaron a Egipto en dos grandes oleadas durante el Imperio Nuevo, (la primera durante el reinado de Merneptah en el 1208 a.C.) pero fue en el reinado de Ramsés III considerado el último gran faraón, cuando se produjo la famosa batalla del Nilo. Se cree que eran de origen griego, sirio y de las islas del Mediterráneo entre otros. Divididos por los egipcios en varios grupos, Sherden, shekelesh, tjekker, weshesh, denjen y Peleset (estos últimos los filisteos que dieron nombre a Palestina) se enfrentaron con el ejército y la armada egipcios hacia el 1190 a.C. en el delta del Nilo (otras fuentes hablan del 1179 a.C.). 
Las fuentes egipcias referidas al enfrentamiento de Ramsés III con los Pueblos del Mar son los textos del templo funerario de Medinet Habu, complementada por el papiro Harris escrito este tras la muerte del faraón. Se cree que este conflicto fue contemporáneo de la guerra de Troya narrada en la Ilíada de Homero, y recogido en los archivos hititas (El imperio hitita, el gran rival de Ramsés II en la batalla de Qadesh, desapareció bruscamente hacia el 1200 a.C. y se cree que fue causa directa de los ataques de esta horda).
El barco de guerra en tiempos de Ramsés III había evolucionado respecto a tiempos anteriores, y estaba alejada de los tradicionales navíos egipcios. Estaban influenciados por modelos mediterráneos, con un casco más corto y robusto (ya no era necesaria la técnica tradicional consistente en cuerdas de sujeción) y la popa menos curvada. Tenían una eslora de unos 30 m e iban impulsados por la fuerza del viento gracias a una vela cuadrada, ya sin botavara (verga horizontal en la que se apoyaba la vela), y también gracias a un número de remeros cifrado entre 16 y 22.

Reconstrucción de una nave de la flota de Ramsés III

En contraposición, la flota de los Pueblos del Mar eran agrupaciones navales no muy numerosas, de origen sirio, egeo y mediterráneo. Esto da fe de la gran diversidad de la que fueron testigos las diferentes y desafortunadas ciudades-estado como Ugarit, o naciones e imperios como Alashiya (Chipre), la civilización micénica o los hititas, que sufrieron las invasiones de dichos pueblos y terminaron sucumbiendo. 
Estos navíos seguían un esquema típicamente del Egeo, con un casco alargado y provisto de quilla; castillos a proa y a popa y un mástil con vela cuadrada con una cofa para el vigía. El impulso se conseguía gracias a la citada vela, y también a la fuerza de los remos.

Al ser un conjunto de pueblos en migración, sus mujeres, niños y bienes viajaban en lentas carretas tiradas por bueyes, probablemente con una escolta armada de hombres y carros, que fueron atacadas sin piedad y destruidas por los soldados egipcios. Los supervivientes de los diversos enfrentamientos fueron tomados como esclavos. 
Mientras tanto, la fuerza naval invasora se internó en el delta quedando rápidamente atrapada en los canales flanqueados por juncos y diversa vegetación. Los egipcios, conocedores del terreno, les prepararon una serie de emboscadas donde lanzaron una auténtica lluvia de flechas, aprestando para ello multitud de arqueros en el laberíntico escenario del delta. Atrapados en estos traicioneros canales, las naves de los pueblos del mar mientras eran sometidas a un incesante caer de flechas y proyectiles, se encontraron por sorpresa con las egipcias que las embistieron una y otra vez golpeando con sus espolones de proa, hasta conseguir volcarlos o hundirlos. Otra táctica ejecutada con éxito por los egipcios fue la de embestir al enemigo por la popa y tomar sus naves al asalto. 
El resultado fue la derrota de un peligroso enemigo que había sembrado el caos y la destrucción allá por donde pasaba. Y aunque el peligro no fue del todo eliminado (el faraón tuvo que construir numerosas fortificaciones en el Sinaí y la frontera libia), los Pueblos del Mar habían sido dispersados; Egipto estaba salvado.

Ilustración de los Pueblos del Mar en el delta


“…los ingobernables sherden a quienes nadie ha sabido combatir, llegaron osados en sus naves de guerra más allá de los mares, sin que nadie hubiera podido resistirse a ellos.”  Inscripción de Ramsés III en una estela de Tanis



La evolución naval griega y Salamina

Los griegos también fueron grandes marineros y fundaron una vasta red de ciudades por el Egeo y el Mediterráneo. Desde los inicios de la Grecia minoica y micénica hasta el esplendor del imperio de Alejandro y la conquista romana, los griegos se relacionaron ampliamente con el mar. Uno de sus principales dioses, Poseidón, hermano de Zeus y Hades, era el dios de los océanos. Según la mitología griega, este compitió con Atenea por ser la deidad de la ciudad de Atenas. Tocó la Acrópolis o parte alta de la ciudad con su tridente, y de ella manó agua de mar. Atenea respondió plantando un olivo, y con ello se ganó los corazones de los atenienses, que consideraron la posibilidad de plantar dichos árboles y sus frutos de mayor importancia que la demostración ofrecida por Poseidón. Aunque según la leyenda finalmente los ciudadanos de la polis dedicaron su ciudad a Atenea, su relación con el mar fue siempre intensa y su flota fue formidable.

Los griegos usaron sus navíos tanto para comerciar como para hacer la guerra entre las diferentes polis, estados extranjeros, enemigos comunes (aunque poco habitual ya que no había un estado helénico unificado) ...etc. Ya desde el periodo proto-histórico hay evidencias de esta relación marítima, y conocemos las naves del mundo micénico gracias a la iconografía de sus vasos. El mismo Homero en la Iliada escribe acerca de “las negras naves” de multitud de remos, en referencia seguramente al pez negruzco usado para volverlas estancas. 
Desde el s. VIII a.C. hay referencia de barcos de 50 remos: los pentecónteros. Tanto el navío de Jasón y los Argonautas que según el relato mitológico viajaron a la Cólquide a por el Vellocino de Oro, como el de Ulises, son descritos con el mismo número de tripulantes. Eran largas y estrechas, impulsadas tanto a remos como a vela, rápidas, y por lo general dotadas de una gran capacidad de maniobra. Eran en cambio muy poco marineras, lo que les convirtió a menudo en presa de las tempestades, aunque la costumbre indicaba que no se hiciera uso de ellas durante la temporada mala. Estas “naves largas” se denominaban así quizás para diferenciarlas de otras existentes en la época de sólo 30 remeros: los triacónteros. Lo más seguro es que también hubiesen navíos de tamaños y tripulaciones diferentes . Aproximadamente tenían unos 30 m de eslora y 6m de manga.

Pentecóntero
El arma principal de estos barcos era un espolón de bronce reforzado a proa, con unos 200 kg de peso y cuya función era impactar en la línea de flotación del enemigo para echarlo a pique, o embestir la fila de remos para quebrarlos dejando así la nave sin gobierno y con escasas posibilidades de victoria. Aun así los abordajes eran los que decidían las batallas, ya que estos barcos aún no eran lo suficientemente sólidos como para embestir otra nave con su espolón sin sufrir daños propios. Los palos y las velas eran arriadas y dejadas en tierra antes de una batalla, ganando así espacio para los tripulantes y combatientes, y aligerando el peso de la embarcación. En resumen, la potencia que contaba en una batalla eran los músculos de los hombres que impulsaban estos navíos en pos del enemigo, y su coordinación.

Otro pueblo de grandes marinos fueron los fenicios. Eran pioneros en navegar por alta mar, y cruzaron el Mediterráneo guiándose por el sol y las estrellas fundando colonias (Cartago, Tingis, Gadir, Leptis…), con naves perfectamente preparadas para surcarlo aunque con una orientación más comercial que militar (Los principales enclaves fenicios, Biblos, Sidón y Tiro eran ricas ciudades que vivían principalmente del comercio).
Crearon una especie de talasocracia comercial, llegando desde la región donde se ubicaban estas ciudades (Canaán) comprendiendo áreas de los actuales IsraelSiria y Líbano, a las columnas de Heracles (estrecho de Gibraltar).

Maqueta de birreme griego

Fue este pueblo al que se debe la evolución de estas naves en birremes; Para la misma eslora (longitud del navío), se añadió una fila más de remos situada más adentro y en posición ligeramente superior a la hilera externa. Cada puesto estaba ocupado por dos hombres, de ahí su nombre, y se ganó en velocidad la cual era fundamental a la hora de ejecutar cualquier maniobra naval, especialmente en combate.

La lógica evolución de estos barcos fue la introducción de una fila más de remos, naciendo de esta forma la triera o el trirreme. Esta tercera fila no se alojaba dentro del casco, sino en una plataforma puesta en saledizo sobre la borda. Esto permitía a estas novedosas naves conservar el perfil estrecho, esbelto y rápido. Como ganó velocidad y potencia con la incorporación de nuevos remeros, para evitar daños propios cuando se embestía al enemigo e impedir que la nave enemiga se desplazara demasiado a lo largo del espolón con la posibilidad de dañar el castillo de proa, se protegió por delante con una roda. Así mismo, para evitar la entrada de agua por la chumacera (el agujero por donde salía el remo), se colocaban unas mangas de cuero cosidas desde dentro.

Ilustración de trirreme (o triera) ateniense y secciones

Un trirreme disponía de una dotación de unos 170 remeros, divididos en 54 a estribor (derecha) y otros 54 a babor (izquierda). Los de la fila inferior eran denominados talamitas, la fila intermedia zigitas y la superior en voladizo tranitas. El piloto (trierarca), el timonel (keleustes), el oficial de proa, el carpinetero…etc conformaban el resto de la tripulación.

Posible distribución de los tres órdenes de remeros
en un trirreme fenicio y otro griego
Estos barcos del mundo antiguo embestían con sus espolones, y utilizaban dos maniobras básicas: El periplus y el diekplus. El periplus era la “simple” maniobra de acercarse a uno de los lados de la nave enemiga, y golpear con el espolón su línea de flotación. El diekplus requería más pericia y sangre fría. El navío atacante debía dirigirse a un hueco entre dos barcos enemigos y maniobrar hacia el costado de uno de ellos pero sin la intención de hundirlo. El principal objetivo era quebrar los remos enemigos con el devastador efecto que esto producía en los remeros, con terribles heridas en brazos, pecho y espalda.


En el año 525 a.C. Polícrates, tirano de Samos, envió una flota al rey persa Cambises compuesta por este nuevo tipo de barco que, según Tucídides, fue inventado por los corintios. Al principio no conoció un gran desarrollo debido a la cantidad de remeros a llevar y su elevado costo de construcción y mantenimiento, pero a finales del s. VI y principios del V a.C., todas las potencias navales empezaban a apostar por los trirremes e iniciaron una escalada constructiva sin precedentes. En el 494 a.C. se da la primera batalla naval en la que las trieras son ya protagonistas, situada en Lade entre griegos y persas, aunque la batalla griega naval por excelencia donde estas naves cobraron un mayor protagonismo fue la batalla de Salamina, encuadrada en la segunda guerra médica (denominada así porque los griegos luchaban contra los medos, que era como denominaban a los persas)

El mundo greco-persa durante las guerras médicas 

El antiguo imperio persa se extendía desde el mar Caspio y los límites de la estepa rusa por el norte, hasta el río Indo por el sur. Al este sus territorios llegaban hasta los confines del desierto del Gobi y, al oeste, desde el Egipto faraónico (un antiquísimo imperio reducido en la época a satrapía persa) hasta la península de Anatolia, la actual Turquía. En las costas occidentales de Anatolia, bañadas por el mar Egeo, había una serie de colonias griegas (Éfeso, Mileto, Mitilene, Halicarnaso, Focea…etc) que estaban en conflicto con sus vecinos (tanto griegos como persas) y que no se sometían a la autoridad del rey. 
Éstas se sublevaron en el año 500 a.C. comenzando de esta forma las guerras médicas. Tras una ardua campaña, plagada de traiciones de griegos contra sí mismos, los persas consiguieron sofocar la rebelión venciendo en la batalla naval de Lade en el 494 a.C. Tras algunas expediciones infructuosas promovidas por el Gran Rey Darío para castigar a las polis que ayudaron militarmente a las colonias, entre ellas Atenas, la primera guerra médica acabó con la derrota persa en Maratón. Un soldado griego fue el encargado de llevar corriendo 42 km las noticias sobre la victoria helena a Atenas, y nada más llegar y comunicar las buenas nuevas murió de agotamiento. Gracias a este anónimo guerrero y a su gesta, tenemos hoy en día la famosa prueba atlética de resistencia. 
La segunda guerra médica comenzó cuando el hijo de Darío, Jerjes, protagonizó otro intento de invasión en el 480 a.C. Reunió la mayor flota de la historia, que no fue superada hasta el desembarco de Normandía en junio de 1944. Había naves egipcias, chipriotas, griegas y de los diferentes territorios persas. Tras cruzar el Helesponto, el ejército persa fue haciendo capitular a las diferente polis griegas norteñas, intimidadas ante la imponente masa de guerreros provenientes de todas las partes del imperio. Esta se dividió en tres columnas, una avanzaba por la costa a la vista de las naves, otra por el interior, y otra entre ambas al mando del mismo Jerjes. Tras la batalla de las Termópilas, valientemente librada por los espartanos y sus aliados en el estrecho paso de “las puertas calientes”, los persas llegaron a Atenas.

Movimientos griegos y persas: Termópilas y Salamina

Para entonces, un astuto político ateniense de nombre Temístocles, había convencido a los ciudadanos de su polis de crear una formidable flota con la que hacer frente al enemigo, recurriendo a la superstición ateniense al recordarles que el oráculo de Delfos había dicho que si querían vencer debían construir un “muro de madera”. De modo que mientras los espartanos y los tespios eran aniquilados en las Termópilas y las noticias llegaban a conocimiento de los griegos, estos desecharon su plan original de defender los estrechos de Artemisio puesto que ya carecía de sentido. La flota aliada entonces navegó desde Artemisio a Salamina para ayudar en la evacuación final de Atenas (ver mapa anterior). Estando en ruta, Temístocles dejó inscripciones dirigidas a los tripulantes griegos jonios de la flota persa en todas las fuentes de agua en las que tendrían que parar, pidiéndoles que desertaran por la causa helena. La flota griega, reforzada ahora con 378 barcos (la mayor parte de ellos trirremes), se situó entre Salamina y el golfo Sarónico. La armada persa se situó en las playas próximas a Falero. En ese momento, Temístocles simuló que la flota griega huía, por lo que consiguió que los persas se adentraran en la bahía de Salamina para bloquearla con la intención de evitar que los helenos huyeran. Los medos permanecieron toda la noche en el mar, por lo que a la mañana siguiente sus tripulaciones estaban exhaustas, con la subsiguiente desventaja estratégica.

Comenzó así la famosa batalla de Salamina, en la que los griegos se jugaron el todo por el todo. Si perdían, lo más seguro es que pasasen a formar parte del imperio persa como una provincia más y puede que la historia fuese hoy en día muy diferente. Pero usando la astucia y aprovechando el terreno en su beneficio, consiguieron doblegar a un enemigo muy superior en número.

Vísperas e inicio de la batalla de Salamina

Desarrollo de la batalla


“Adelante hijos de Grecia, liberad vuestra patria, a vuestros hijos, a vuestras mujeres, los templos de los dioses de vuestros padres y las tumbas de vuestros antepasados: esta es la batalla por todo ello.” 
Himno entonado por los marinos griegos en Salamina


Los relatos llegados hasta nosotros, como es habitual, son confusos. Los persas enfilaron hacia el estrecho y, tras entablar combate los barcos egipcios con los corintios, los griegos comenzaron a retroceder hacia la parte más angosta del paso, de apenas 1,8 km. Esto hizo que los persas perdieran la ventaja del número, ya que resultó contraproducente: empezaron a amontonarse y a resultar totalmente ineficaces contra la flota griega que además de embestirles frontalmente, también les atacaron por el flanco. 
Las batallas navales de la época se convertían en confusas melés de embarcaciones, y Salamina no fue una excepción. Los griegos, con una capacidad de maniobra superior a los amontonados persas, pusieron en juego su infantería de hoplitas que superaba claramente a la persa en equipamiento, entrenamiento y motivación. De esta forma, la moral persa se derrumbó antes que la griega y trataron de retirarse de forma desordenada, muchas veces chocando entre sí, mientras el Gran Rey Jerjes era testigo de todo ello desde un promontorio en tierra firme donde había instalado su trono al inicio del enfrentamiento. Entre las miles de bajas persas que hubo aquel día, se encontraba el propio hermano de Jerjes. Aunque esta derrota no supuso el fin del imperio Persa ni del Gran Rey, la enemistad greco-persa se mantuvo hasta que las conquistas de Alejandro Magno pusieron fin al imperio de los aqueménidas.


“Recuerda que has vuelto a casa cumplido el propósito de la expedición; porque has incendiado Atenas.”
Reina Artemisia a Jerjes tras Salamina, según Heródoto.



Roma: De las guerras púnicas al dominio del Mare Nostrum

Antes del primer gran enfrentamiento con Cartago, Roma estuvo concentrada en guerrear con todos sus vecinos e ir expandiendo sus territorios, sin hacer excesivo caso al mar. La liga latina, el poder samnita, la Magna Grecia, la amenaza de Pirro… poco a poco Roma consiguió dominar toda la península itálica por la fuerza de las armas, consiguiéndolo definitivamente en el s. III a.C. Sin embrago, la “classis” o flota romana, estuvo concentrada en tareas menores como la escolta de transportes y mercaderes, sin participar de forma activa en grandes batallas o realizar travesías de envergadura. Tal meteórica expansión hizo que los intereses de Roma chocaran de frente contra una potencia naval y comercial ubicada donde hoy se encuentra la actual Túnez: Cartago. Esta antigua colonia fenicia, que según las leyendas fue fundada por la princesa Dido, poseía una formidable armada que superaba con creces a la débil flota romana.

Al inicio de la primera guerra púnica en el 264 a.C., las cordiales relaciones entre las dos potencias como en tiempos de la amenaza del rey Pirro, eran ya historia. Roma era un país de campesinos que se convertían en soldados en caso de necesidad, con un alto nivel patriótico. Los cartagineses eran una nación de latifundistas obligada a contratar mercenarios para su ejército. Los romanos no poseían territorios más allá de Italia; el poder colonial cartaginés era inmenso, así como sus ingresos del tesoro (en contra de los magros ingresos del erario romano). Con la isla de Sicilia como escenario y la ayuda a un grupo de mercenarios allí establecido enfrentados a la ciudad de Siracusa, comenzó uno de los primeros conflictos “internacionales” del mundo. El senado romano y la asamblea popular aprobaron enviar ayuda militar a los mamertinos entrando así en guerra con Cartago. Debido al terreno montañoso de Sicilia y la dificultad de operar en él, la mayor parte de las operaciones militares de este conflicto fueron marítimas. Ambos bandos invirtieron grandes sumas en el mantenimiento de sus flotas y esto al final decidiría de forma decisiva el curso de la guerra.

Mapa de la república romana y Cartago poco antes de la Primera Guerra Púnica
Los romanos sabían que no vencerían a Cartago de no arrebatarles la supremacía naval en el Mediterráneo, por lo que se pusieron a ello con gran empeño. Como no tenían una tecnología naval avanzada, la construcción de su nueva flota dependió de la copia de otros barcos encallados o capturados. Hay varias hipótesis acerca de este punto, e ideas muy dispares. Desde navíos de guerra capturados a los cartagineses, a marineros griegos contratados oriundos de la Magna Grecia o un barco fenicio que había encallado en sus costas debido a una tormenta. Posiblemente no hubiera sólo una opción y fuese una combinación de varias. En todo caso, los romanos construyeron en unos astilleros improvisados una armada de más de 100 quinquirremes, las naves más modernas de la época que tenían 5 filas de remeros dándoles una gran maniobrabilidad. 

Quinquirreme romano



En la imagen puede apreciarse a proa un curioso mecanismo que no se había visto hasta esta fecha en barcos similares. Se trata del corvus, un invento que los romanos seguramente desarrollaron para compensar su falta de destreza en el mar. La fortaleza de las fuerzas armadas romanas residía en su infantería, pues llevaba siglos luchando pese a que la joven república sólo llevaba 2 siglos de existencia (Roma fue fundada como una monarquía hasta que los romanos echaron a los reyes fundando la república, donde el senado y varias asambleas tenían el poder) Entonces para conseguir igualar la pericia cartaginesa en el mar, debía ser con astucia. El corvus simplemente era una pasarela de madera reforzada y hierro, con un objeto afilado en su extremo a modo de pincho, el cual se clavaba en el barco enemigo permitiendo a la infantería romana atacar a la débil dotación cartaginesa sin necesidad de ejecutar complicadas maniobras de abordaje. Pese a que fue un adelanto para la época y toda una ventaja estratégica, también tenía sus contras. EL corvus hacía a la embarcación más pesada, haciéndole más inestable y más propensa a sufrir daños o hundirse durante una tempestad en el mar. Esto, añadido a la poca experiencia marinera de los romanos, incrementaba de forma notable el peligro.

Corvus en un trirreme romano

Pese a todo ello, los romanos obtuvieron varias victorias frente a la flota cartaginesa. En la primera victoria naval romana, la batalla de Milas, el cónsul Cayo Duilio sorprendió y batió a la flota cartaginesa en el 260 a.C. Las fuerzas de ambos bandos contaban con unas 130 naves cada una. Los cartagineses, creyéndose superiores y confiándose, formaron la clásica línea de batalla y trataron de abordar de forma individual a los navíos romanos, siendo algunos de estos embestidos. Pero fue en este momento cuando los cartagineses advirtieron su error, al conocer por primera vez la eficacia del corvus. La propia nave insignia cartaginesa fue abordada y rendida, escapando el comandante por los pelos en un bote de remos, lo que contribuyó a un mayor desorden en las fuerzas cartaginesas. Gracias a esta victoria, el cónsul Cayo Duilio adornó la plataforma del orador en el foro romano con los espolones capturados a los barcos enemigos. A partir de entonces se denominó la rostra.
Pese a todo ello, la república perdió inumerables naves y no sólo en batalla; sobre todo en tormentas y tempestades que como se ha explicado antes, se cebaban en los inestables barcos romanos con el pesado corvus. Se llegaron a perder varias flotas y a punto estuvo Roma de llegar al colapso económico (el senado llegó a establecer un tributo especial a los ricos con el objetivo de sufragar una nueva flota). Esto fue una de las causas por las que el corvus fue finalmente retirado de las naves republicanas. Tras 23 años de conflicto, Roma venció en la Primera Guerra Púnica y con el tiempo se adueñó del mediterráneo (tuvieron que darse la segunda y tercera guerras púnicas para eliminar totalmente la amenaza de Cartago).

Además de los ya conocidísimos trirremes y los poderosos quinquerremes, existían también los hexarremes e incluso naves superiores, aunque se usaban generalmente como buques insignia o de exhibición. También existían embarcaciones menores como la liburna. Los romanos aplicaron un arma de asedio especial, originalmente inventada por los griegos, que se acoplaba a estas embarcaciones y servían para despejar la cubierta de los barcos enemigos antes de un abordaje: la balista. Se servía de dos muelles de torsión con palancas insertadas en cuerdas retorcidas hechas con tendones de animales y era tremendamente poderosa para su tamaño. Disparaba dardos de hierro o pesados proyectiles y era efectiva a partes iguales contra la caballería y contra la infantería. También podía desplegarse para destruir fortificaciones no demasiado resistentes durante los asedios.

Captura de pantalla del videojuego "Rome II: Toal War", donde se aprecia un quinquerreme de artillería ligera, con una balista a proa lista para disparar.




















Tras someter a Cartago Roma fue ganando en expansión territorial y con ella nuevos enemigos. Los etruscos, latinos, samnitas, el galo Brenno, el rey Pirro de Epiro, el cartagines Anibal Barca…dieron paso a otros como Mitrídates VI, rey del Ponto, Vergincetórix…etc. Y no sólo grandes enemigos en tierra, sino otros formidables oponentes y esta vez por mar: Los piratas. En tiempos en que la república ya no tenía un poderoso enemigo al que combatir, con la consiguiente reducción de la flota y estando sumida continuamente en enfrentamientos internos y guerras civiles, la piratería floreció en el Mediterráneo. 
Esta llegó a ser una auténtica plaga que devastó asentamientos y ciudades, y perjudicó seriamente el comercio durante años. Quizás la clase pudiente romana se beneficiaba de la situación, ya que la actividad pirática mantenía los precios de los esclavos bajos y altos los abastos. Ellos se aprovechaban del flujo de esclavos para trabajar en sus grandes propiedades, mientras los mercaderes humildes y la plebe sufrían. Los mercaderes del mundo antiguo no navegaban en barcos similares a los de guerra, ya que era muy costoso mantener una tripulación de remeros. En su lugar usaban naves con una sola vela en el palo mayor, algunos con un bauprés opcional, y una segunda vela cuadrada de menor tamaño. Por lo general tenían una eslora de unos 30 m (aunque algunos alcanzaban los 60 m) y 8 m de manga, transportando cargas de hasta 150 toneladas. No eran embarcaciones rápidas ya que su principal función era transportar la mayor carga posible, no la velocidad ni la maniobrabilidad, y la tripulación era reducida (unos 15 hombres aproximadamente, para ahorrar costes)

Corbita romana

Los piratas aprovechaban su velocidad, y usaban el miedo y la intimidación como armas poderosas: Ante ellos la mayoría de mercantes optaba por rendirse y entregar su carga. El poderío de estos “bandidos del mar” creció tanto que hasta Espartaco, en el 72 a.C. negoció con ellos la evacuación de su ejército de antiguos esclavos y gladiadores: Unos 90.000 hombres, mujeres y niños. Finalmente fueron sobornados por Craso evitando que se llevara cabo la operación, y el resto como suele decirse, es historia. Tras débiles intentos por parte de Roma de acabar con ella, finalmente se encomendó la misión al por entonces hombre fuerte de la república: Cneo Pompeyo Magno. Protagonista de una carrera militar distinguida y un meteórico ascenso, fue nombrado comandante de un ejército a los 24 años de edad. Fue partidario de Sila en la primera guerra civil, y fue este mismo el que le impuso el sobrenombre de “El Magno”.

Busto de Cneo Pompeyo Magno
Se le concedieron ingentes recursos para hacer frente a esta amenaza, entre ellos 500 barcos y un total de 120.000 hombres dirigidos por 24 jefes militares bajo su dominio absoluto. Se le concedió el poder total sobre todo el Mediterráneo y un tesoro sin límites. El proceso de limpieza de Pompeyo fue magistral: dividió el mar en 13 áreas de operaciones, y asignó una flota a cada una proporcional a la amenaza a eliminar. Se acosó a los piratas de tal forma que tuvieron que buscar refugio en la costa, donde fueron aniquilados. Algunas escuadras piratas débiles se rindieron a Pompeyo, y un gran acierto fue no crucificarlos a todos (método habitual para castigar la piratería). Justo por dicha magnanimidad, muchos piratas enviaron mensajes de rendición desde sus bases en Creta, donde estaban siendo sitiados por Metelo. Toda esta operación contra los piratas mediterráneos no duró más de 40 días, un éxito rotundo e impresionante dada la velocidad de las naves de la época.
Tras la guerra civil de Pompeyo contra César, y el ascenso al poder de Octaviano tras derrotar a las fuerzas de Marco Antonio y Cleopatra en la batalla naval de Accio, en el 31 a.C., comenzó la época de mayor esplendor en la historia de Roma: El imperio. 
Dos flotas fueron las encargadas de velar por la seguridad del Mediterráneo, la "Classis Misenensis", con base en Miseno creada en el 27 a.C., y la "Classis Ravennatis", con base en Rávena desde el 27 a.C.
Tras conquistar las grandes islas mediterráneas, Hispania, África y las costas de la actual Siria, Líbano e Israel, los romanos convirtieron este mar interior en una pacífica balsa, sin grandes enemigos a los que combatir, y a la que denominaron “Mare Nostrum”. El nombre habla por sí solo.


Con la caída del Imperio Romano de Occidente y la entrada de Europa en la Edad Media, el mundo occidental dio un giro de 180º, con el establecimiento de los reinos "bárbaros" en las antiguas provincias romanas. Cambió el panorama político, económico y militar, y por supuesto la relación del ser humano con el mar, desde la simple navegación a las grandes batallas. Nuevos descubrimientos, novedosas armas, estrategias y enemigos, ampliación de horizontes, pioneros y nuevas rutas….y de todo ello (y espero que más) iremos hablando en las siguientes entradas de este blog. 

C.D. Churruca. 3-7-2014









BIBLIOGRAFÍA


Foto1: 
http://mas-historia.blogspot.com.es/2011/05/egipto-el-rio-nilo-geografia-y-primeros.html

Foto2: http://construyendo-barcos.blogspot.com.es/2011/04/nave-egipcia-ii.html

Foto3: http://gradohistoriaarteuned.wordpress.com/2014/02/08/mapas-del-antiguo-egipto/

Foto4: http://www.wikipedia.org/

Foto5: armament-history.blogspot.com.es

Foto6: http://lakodaemon.co.uk/the-ships-of-the-sea-peoples-part-2/

Foto7: http://www.fotosimagenes.org/pentecontera

Foto8: http://www.hobbiesguinea.com/product_info.php?products_id=4337

Foto9: http://historiaeuropa.files.wordpress.com/2012/06/bigatheniantrireme.jpg

Foto10: http://www.grijalvo.com/Rebolo_Gomez_Rafael/Armada_Cartaginesa/3_2_Trirreme.htm

Foto11: http://www.wikipedia.org/

Foto12: http://www.wikipedia.org/

Foto13: Aparecido en National Geographic. Historia, nº 7. RBA Revistas, 2.004. y sacado de http://www.sofiaoriginals.com/mar631salamina3.htm

Foto14: Aparecido en National Geographic. Historia, nº 7. RBA Revistas, 2.004. y sacado de http://www.sofiaoriginals.com/mar631salamina3.htm

Foto15: http://www.historia-roma.com/mamertinos.php

Foto16: http://guerracontraroma.blogspot.com.es/2011/01/1-guerra-punica.html

Foto17: http://daniserr.www51.a2hosting.com/wordpress/articulos/articulos-de-pintura/la-armada-romana-en-las-guerras-punicas-victor-aceba

Foto18: http://www.honga.net/totalwar/rome2/unit.php?l=es&v=rome2&f=rom_scythia&u=Scy_Ballista_Five

Foto19: http://www.portugalromano.com/2013/08/reconstituir-os-tipos-de-barcos-romanos-da-costa-atlantica-luis-fraga-da-silva/

Foto20: http://apasionadosporlahistoria.blogspot.com.es/2010/10/el-tragico-final-de-pompeyo-magno.html


Información obtenida en: 

- Desperta Ferro Nº6: Talasocracias. Desperta Ferro Ediciones.

- Técnicas bélicas de la guerra naval (1190 a.C. - Presente) Editorial LIBSA.

-  http://www.mundohistoria.org/blog/articulos_web/la-flota-del-faraon-poder-naval-imperio-nuevo

http://legioviiclaudia.blogspot.com.es/2013/10/la-flota-de-guerra-romana-de-sus.html

http://www.wikipedia.org/